domingo, 31 de enero de 2010

SOBRE CIRUGÍAS Y OTRAS HISTORIAS

No voy a ser yo quien diga que Michael Jackson no se operó, aunque, sinceramente este no es un asunto que me importe. No soy quién para cuestionar la búsqueda de la felicidad de nadie. Sin embargo, quiero sacar este tema porque mucho se ha hablado y criticado la portada de Bad en cuanto al cambio de su aspecto físico. ¿Realmente había cambiado tanto? Creo que muchas de esas críticas vinieron y siguen viniendo por la falta de información. Sólo hay que ver el vídeo completo de Bad (porque es mucho más que la actuación en el metro de NY) para darse cuenta de que no hay tal cambio, sino que se trata sólo de maquillaje y ropa. Juzguen por ustedes mismos.

Primera parte:
Segunda parte:

domingo, 24 de enero de 2010

UNA INJUSTICIA DE AÑOS...

Lamentablemente ya es tarde para intentar reparar heridas causadas con tanto afán y con tanta maldad sobre una persona, marcada por años con una etiqueta que jamás debió llevar y la peor de todas creada por la sociedad.

Pronto se acerca una nueva avalancha de informaciones acerca de la muerte de Michael Jackson, un nuevo aprovechamiento de la industria para vender cuanto se pueda, esta vez desde otra esquina.

Pero después de todo lo que se ha dicho, lo que se ha hablado, lo que se ha especulado y lo que se ha transigido, alguien, públicamente o en su fuero interno se ha preguntado más allá de lo que se dijo oficialmente? Es probable que pocos o nadie lo haya hecho.

Todo y todos se confabularon alguna vez, en mayor o menor medida, para organizar una destrucción paulatina de la imagen de una persona que muchos, después de su rápida partida, han conocido a cabalidad y que han llegado a la conclusión tardía de que lo que se dijo, en su mayoría fue inventado y magnificado por los medios y por su público.

Sin embargo, ahora, en que parece ser la ocasión propicia para lavar culpas y ponerse en la vereda del frente para saciar a los fans y aumentar las ventas, ha aparecido un artículo, publicado el 13 de enero de 2010, en el portal de internet Sawf News por la periodista Deborah Ffrench, titulado "Michael Jackson: The shocking truth in the FBI files" en el que explica claramente la cadena de hechos que se gestó para destruir la imagen pública de Michael Jackson, tesis avalada por archivos liberados del FBI respecto de su persona.

Por cierto, sus seguidores haremos todo lo posible para hacer que su nombre sea limpiado y devuelto al sitio del que nunca debió salir. De algún modo u otro, y pase el tiempo que pase, lograremos nuestro cometido, aunque para él ya sea tarde....
Sped, Gise y Barbaramv



ORIGINAL ARTICLE (English): http://www.sawfnews.com/Gossip/62205.aspxBLOG CHARLES THOMSON (English): http://charlesthomsonjournalist.blogspot.com/2010/01/fbi-files-support-jacksons-innocence.html
BLOG (Spanish): http://barbaramendoza.bligoo.com/content/view/710041/UNA-INJUSTICIA-DE-ANOS.html#content-top


Dejo a continuación una traducción del artículo, realizada por una española, Aminta, a quien agradezco su colaboración:

"Michael Jackson: The shocking truth in the FBI files " (La impactante verdad en los archivos del FBI)

Por Deborah Ffrench
13 de Enero de 2010 (Sawf News)- Los recientes archivos publicados del FBI desacreditan el mito de Michael Jackson como abusador de menores. Es la hora de preguntar quién es realmente responsable de su muerte - ¿El Dr Conrad Murray, o los medios de comunicación?
La pregunta que no he escuchado a nadie preguntarse en la prensa o en el mundo del blog en general es: ¿‘por qué’ estaba Michael Jackson tomando una medicación extrema? ¿Qué hizo que un hombre relativamente bien de salud conocido por la abstención desde la parte más temprana de su carrera hasta mediados de los 90, finalice sus días en una sala de urgencias hecha a medida?

Una estrella a la edad de 10 años; catapultado al estrellato tras el éxito de sus dos primeros álbumes en solitario; su dominio en la industria musical coincidió con la explosión multimedia de finales de los 80. Uno de los primeros de la nueva casta de artistas en explorar el potencial completo de la promoción sinérgica del producto como vehículo para llegar a nuevas audiencias; en 1991 Michael Jackson -la marca-, había penetrado en las conciencias de todo el mundo desarrollado y la mayoría del subdesarrollado.
Con tal alcance sin precedentes, llegó también una presión sin precedentes. Presión para mantener y superar su propio nivel, deconstrucción constante por parte de la prensa, y aislamiento emocional, como las doradas cadenas de una vida vivida bajo el microscopio más estricto. Aquí no hay suficiente espacio para enumerar la lista de enormes contribuciones que hizo a las vidas de los niños alrededor de todo el mundo. Sus esfuerzos son cuestiones de registro público y la información relativa a ellos es fácil de obtener en la web.

Basta con decir, que Michael vio a los niños no como “gente en espera”, sino personas de buena fe, sensibles, cuyo proceso y preocupaciones eran dignos de respeto y protección. Utilizar su fama y riqueza para beneficiar radicalmente las vidas de esos jóvenes, era algo que Michael creyó su intención fundamental aquí, y desde este punto de vista, quizá nosotros podamos entender el catastrófico daño interior que la cauterización pública que llegó desde 1993 en adelante debe haber causado en él.

Algo podrido, se ha estado descomponiendo en el corazón de nuestros medios de comunicación desde hace algún tiempo, pero supuso la muerte de una de sus páginas de relleno favoritas, para exponer la realidad de cómo se ve el efecto acumulado de deliberados ataques mentales y emocionales sobre una persona.

Seguramente, ahora debe ser evidente que controles y balances existentes en la normativa de de los medios de comunicación, son totalmente inadecuados, y además, que esas capacidades de control son incapaces de evitar la ya habitual postura predeterminada “apunta” y “destruye” de los medios, que ahora por regla general parece actuar en relación con los temas que “persiguen”.

La pronta muerte de Michael no estaba determinada. Sólo los menos perspicaces negarán que la anestesia que lo mató fue, en realidad, sólo una formalidad. Lo que mató a Michael Jackson fue la agonía sostenida de ser sometido a un prolongado juicio infundado en plena vista de la lupa del mundo, sabiendo que si era declarado culpable, sería separado de las vidas de sus hijos. E incluso tras su absolución, haciendo frente a la incesante difamación por parte de unos medios de comunicación que optaron por hacer caso omiso de una sentencia que vieron económicamente inconveniente.

Claro análisis del periodista británico Charles Thomson de los archivos del FBI recientemente publicados, que se puede ver en:

http://charlesthomsonjournalist.blogspot.com/2010/01/fbi-files-support-jacksons-innocence.html

El desglose, punto por punto, de Thomson sobre los archivos, revela no solamente la imposibilidad tanto del FBI como del Departamento de Policía de Los Angeles de proporcionar ninguna evidencia de actos delictivos por parte de Jackson en una investigación que se prolongó durante más de una década, sino también, la continua inferencia por parte de los medios de comunicación de exactamente lo contrario a esto.

Es importante advertir que aquí hay una profunda diferencia entre el FBI declarando que se alegaba X e Y, y el FBI diciendo que investigaron X e Y , y que encontraron X e Y para demostrarlo. La revisión de los archivos por parte de Thomson, es pues, una lectura obligada para todo aquel que quiere separar los hechos de las “manipulaciones”, -(de la omisión de la totalidad de una noticia, por tomar sólo determinadas frases y omitir las que “no convengan”-), las cuales han dominado durante tanto tiempo la información reportada por los medios de comunicación.

Porque la verdad es que, después de la investigación más exhaustiva que el dinero del contribuyente norteamericano podía comprar, de la reunión de las principales agencias de inteligencia y el Departamento de Policía de Los Angeles, vinieron con precisamente: nada. En su lugar, se nos sirvió un collage de recortes de artículos de un periódico sensacionalista británico, los cuestionables recuerdos de una no verificable mujer en un tren, y dos ex-empleados, que sólo llegaron después de las denuncias de 1993 y los cuales, coincidentemente, además pregonaron un libro “contando todo´” a todo aquel que quisiera escuchar.

Mucho antes de que el Dr Murray escribiera su primera receta “sentirse-bien”, una mentira de dimensiones épicas pondría en marcha una catastrófica serie de sucesos que conducirían a Michael al estado de profundo agotamiento en que lo vimos en 2005. Evan Chandler, un conocido hombre brutal, y Janet Arvizo, una demostrada estafadora y caza-recompensas, manipularon el sistema penal estadounidense y los medios de comunicación dispuestos a sepultar a Michael bajo la peor etiqueta que la sociedad ha determinado que existe.

La inevitable frenética cobertura de los medios del inminente juicio del Dr. Murray, que reproducirá los detalles de los últimos momentos de Michael en los próximos meses, ya ha iniciado su crescendo. Es más que un poco preocupante observar con qué rapidez esa misma gente que se confabuló activamente en la degradación y erosión del espíritu y dignidad de Michael durante más de 15 años, se ha reagrupado para poner su foco en el Dr Murray como “cabeza de turco” por el papel que jugó en la muerte de Jackson. La culpabilidad de Murray no puede negarse, pero estaba lejos de estar solo en su oportunismo.

¿Dónde estaban las voces que ahora se lamentan sobre el “desperdicio de recursos” y los “derechos” de los contribuyentes cuando Tom Sneddon autorizó el uso de millones de dólares de fondos federales para perseguir a Michael, en su profundamente personal y directa demolición de la, entonces, mayor estrella de pop del planeta?

Michael Jackson no dejó en bancarrota a la ciudad de Los Angeles; ellos cayeron por sí solos. Para un país que puede brillar tan resplandeciente cuando lo escoge, lo que América le hizo a este hombre, destaca como uno de los ejemplos más vergonzosos de ingeniosa crueldad y persecución absoluta del que podemos ser testigos en los tiempos modernos.-