domingo, 2 de mayo de 2010

El bebé foca

Desde hace tiempo siento debilidad, impotencia por los bebés foca. Y es que las focas me caen bien.

Debido a mi trabajo en varias ocasiones he tenido que hacer reportajes sobre cómo las focas llegan a nuestras playas en estado agónico, siempre por culpa del ser humano. Atrapadas en redes, con heridas de arpones, porque se han comido algún plástico que no debería de estar en el mar… A veces, las organizaciones ecologistas, en esa UVI para mamíferos marinos que tienen, logran obrar el milagro y devolverlas a su estado natural. Es un duro trabajo. Pesan el alimento que le dan diariamente, curan sus heridas y las mantienen húmedas artificialmente en un espacio que muy poco se parece a su hábitat. Cuando funciona es una gran alegría, y ese fue el caso de Picón, un bebé de foca gris que apareció en las costas de Mañón, en los acantilados de Picón, manchado de fuel allá por el año 2003. Un bebé foca que quedará para siempre en mi retina.

De esta historia con final feliz me acordaba descubriendo algunas reflexiones de Dancing the Dream que no aparecían en la versión que yo tenía. Una vez más, Michael me llegaba al corazón. Una vez más, pensábamos en la misma dirección, en esa mirada del bebé foca del Ártico impotente, con ojos grandes suplicando clemencia, y la violenta mano del hombre tiñendo de rojo el frío hielo. Por eso, quiero compartir con vosotros su reflexión:

“Mira otra vez, bebé foca”
Una de las fotografías más conmovedoras de la naturaleza es la de un bebé foca solo, acostado sobre el hielo. Estoy seguro de que la han visto - la imagen parece ser todo ojos, la confianza de los ojos oscuros de un pequeño animal mirando a la cámara y dentro de tu corazón-. La primera vez que los vi, los ojos preguntaron: “¿Vas a hacerme daño?" Sabía que la respuesta era sí, porque miles de focas bebés eran asesinadas cada año.



Muchas personas se conmovieron por el desamparo del bebé foca. Dieron dinero para salvar a las focas, y la conciencia pública empezó a cambiar. De regreso a la imagen, los dos ojos comenzaron a decir algo diferente. Ahora ellos preguntaron: "¿Me conoces?" Esta vez no sentí tanto dolor como el que sentía cuando el hombre inflige violencia a los animales. Pero me di cuenta de que aún quedaba un gran vacío. ¿Cuánto sabía realmente acerca de la vida en la tierra? ¿Qué responsabilidad sentía por las criaturas fuera de mi pequeño espacio? ¿Cómo iba a llevar mi vida para que cada célula de la materia viva se beneficiara también?

Creo que los sentimientos de todos aquellos que empezaron a preguntarse acerca de estas cosas estaban cambiando desde el miedo hacia mayor cercanía con la vida en su conjunto. La belleza y la maravilla de la vida empezó a parecer muy personal, la posibilidad de hacer del planeta un jardín para crecer todos empezaba a amanecer. Miré a los ojos del bebé foca, y por primera vez sonrieron. "Gracias", dijeron. "Me has dado esperanza."

¿Es eso suficiente? La esperanza es una palabra tan hermosa, pero a menudo parece muy frágil. La vida está todavía siendo innecesariamente lastimada y destruida. La imagen de un foca bebé solo en el hielo o una niña huérfana en la guerra todavía atemorizan por su impotencia. Me di cuenta de que, finalmente, nada salvaría la vida en la tierra sino la confianza en la vida misma, en su poder para curar, en su capacidad para sobrevivir a nuestros errores y darnos la bienvenida de nuevo cuando aprendemos a corregir esos errores.

Con estos pensamientos en mi corazón, miré a la imagen de nuevo. Los ojos de la foca parecían ahora mucho más profundos, y vi algo en ellos que no había visto antes: la fuerza invencible. "No me han hecho daño", dijeron. "No soy un bebé solo. Soy vida, y la vida nunca puede ser matada. Es el poder que me ha sacado del vacío del espacio, que se preocupaba por mí y alimentaba mi existencia contra todos los peligros. Estoy segura porque yo soy ese poder. Y tú también. Sé conmigo, y vamos a sentir el poder de la vida juntos, como una criatura aquí en la tierra”.

Bebé foca, perdónanos. Mira a nosotros una y otra vez para ver cómo lo estamos haciendo. Esos hombres que te golpean son también son padres, hermanos e hijos. Ellos han amado y cuidado de los demás. Un día extenderán ese amor a ti. Ten seguridad y confianza en ello.

Algún día Michael, algún día… confiemos en ello.

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